ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO – VENEZUELA

En esta ocasión  vamos  a recorrer  con nuestros viajeros, uno de los pueblos emblemáticos  del estado Falcón. Visitaremos este pueblo que nos enamoró a penas lo conocimos. Adícora, bajo el inmenso manto dorado, siempre bajo el mismo sol.

 

Artículo#89 de la serie:

Gustavo Mirabal en Venezuela

 

Final de la tarde, en la hora precisa y más hermosa

 

Era final de tarde cuando Isabel teresa, Gustavo y María Gabriela tomaron la vía hacia Adícora, un pintoresco pueblo ubicado en la costa oriental de la Península de Paraguaná, que aún conserva antiguas casas de la época colonial.

ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO, siempre. Siempre bajo el sol amoroso calentito

 

Cononociendo el faro

 

Se bajaron del vehículo en una callecita llena de construcciones de barro, pintadas de atractivos colores. Cruzaron a la izquierda, caminaron un poquito y al final de un pequeño callejón estaba el faro.

¡Regio! Siempre vigilando, mirando esa bahía bordeada de casas y salpicada de lanchas y pequeños barcos de aspecto fantasmal.

El atardecer más lindo de sus vidas

 Gustavo  y María Gabriela son unos seres llenos de suerte, porque allí los agarró uno de los atardeceres más lindos de su vida.

Y así, con la historia, el arte, el sabor en sus bocas y los paisajes en sus ojos. En medio de esta diversidad cultural se fueron a descansar. Asi se fueron bajo el dorado y sol ardiente, ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO

 

La abuela sabia, sugiere descansar

A una cuadra de la iglesia de Adícora, frente a un mar dividido por arrecifes de coral, la señora Carmen alquila a turistas una limpia y equipada habitación, con cocina y todo.

La abuela sabía lo que les esperaba al día siguiente, así que les sugirió ir a la cama después de comer un pequeño pan dulce con natilla.

 

El despertar bajo el sol de Adícora

La quietud no pasó de las seis de la mañana. Con la luz del día, Gustavo se despertó. Se asomó a la ventana, pegó un brinco a la cama de María Gabriela y, halándola por un brazo, la sacó de su profundo sueño. En pijama y descalzos, corrieron a la puerta trasera de la casa. ¡El espectáculo! No es otra cosa que ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO

La alegría de los niños y el señor Aquilino

Una pequeña choza frente al mar era el taller del gigante del señor José Aquilino.

-¡Qué extraña y qué bonita! ¿Qué tendrá dentro?

El catire Aquilino tiene los ojos color mar de Adícora. Despertar con la alegría de María Gabriela y Gustavo fue un buen comienzo.

Por eso, les mostró todas las cosas que hace con las semillas, los palitos, los corales, las conchitas… de Adícora. ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO

Ay que disfrutar del mar y del Winsurf 

-Vayan a ponerse el traje de baño. Aquí hay mucho chapuzón que dar.

-¡Abuela! ¡el señor Aquilino nos va a llevar a conocer la escuela de Winsurf!

-Sí, él fue campeón y nos va a enseñar cómo es todo eso.

-Pues diviértanse, pero antes cómanse estas arepas con perico y la nata que compramos ayer.

 

UNA TARDE JUGANDO EN LA PLAYA

La tarde fue para jugar y disfrutar en la playa con aguas tan claras y tranquilas que parecía que el cielo y el mar se unían e invitaban a nadar. El sol los acompañó durante todo el día, fuerte y brillante.

Después del primer chapuzón, la abuela Isabel Teresa se sentó al cuidado de esas sombras de Adícora. Miraba a Gustavo y a María Gabriela quienes ya parecían hechos de agua marina y sol.

-Nos protegimos del sol como tú lo pediste.

-Sí, yo los estuve observando     -comentó la abuela-.

La inquieta María Gabriela esperó hasta que la abuela y Gustavo se sacaran el agua salada en la ducha. Mientras tanto, ella contemplaba el atardecer y exclamaba suspirando ¡ me llevo las playas de Adícora en el corazón !

Claro que sí…ADÍCORA, BAJO EL INMENSO MANTO DORADO

Gustavo y María Gabriela escriben sus notas  y su diario

¿Saben por qué nos protegimos  del sol? Se pregunta en primer lugar Gustavo ¿Qué es la capa de ozono? ¿Sabemos de su deterioro?

Vamos a investigar, porque es algo de suma importancia.

  • Busquemos información sobre los siguientes puntos:
    • ¿Qué es la capa de ozono?
    • Características de la capa de ozono
    • Proceso de deterioro de la capa de ozono
    • Consecuencias del deterioro de la capa de ozono
    • ¿Qué se puede hacer para contrarrestar los efectos del deterioro de la capa de ozono?
    • ¿Qué se puede hacer para evitar un mayor deterioro de la capa de ozono?
      • Sería bueno pensar en una representación

  • Realizar una dramatización tomando en cuenta la información conseguida.
    • Inventar una historia con muchos diálogos.
    • Inventar unos personajes, recordando que en las dramatizaciones las cosas, los fenómenos naturales, los conceptos… también pueden ser personajes).
    • Caracterización física y psicológica de los personajes.
    • Repartir los personajes entre los compañeros y las compañeras.
    • Cada quien fabricará su vestuario con material reutilizable.
    • Ensayar la dramatización y memorición los diálogos.
    • Acuerdar el lugar, la fecha y la hora de presentación de la dramatización.

Sería bueno dibujar al señor José Aquilino, un señor alto, catire, de ojos azules y rasgos mestizos, típico de esta región visitada por aventureros europeos. Se podría resaltar la importancia de la escuela de windsurf y de la artesanía de la región.

Gustavo y María Gabriela, cierran así  sus notas de vije y se preparan para el día siguiente  en el que conocerán el Cerro de Santa Ana.

 

CERRO SANTA ANA: EL MIRADOR DE LA PENÍNSULA

 

Cuando MaríaGabriela, Gustavo y la abuela Isabel Teresa iban hacia Adícora, observaron un cerro que sobresalía en la Península. Su altura y verdor contrastaban con el paisaje.

-Señor ¿cómo se llama esa montaña? -preguntó Gustavo al conductor.

–Es nuestro Cerro Santa Ana. Desde su cima puede verse toda la Península de Paraguaná.

-¿Tan alto es? – preguntó María Gabriela con gran asombro.

-Tiene más de 800 metros sobre el nivel del mar. Eso es lo que dice la señalización colocada en la entrada a este Monumento Natural -contestó el chofer.

-Abuela, vamos a subirlo -dijo María Gabriela.

María Gabriela entusiasta y asertiva

-Es lo mejor que se te ha podido ocurrir, muchachita –le aseguró el chofer, con mucho afecto-. Eso sí, cuando vayan háganlo temprano, entre 7 y 9 de la mañana.

Después de disfrutar todo el día en las playas de Adícora, Gustavo, la abuela Isabel Teresa y María Gabriela se acostaron bien temprano.

 

Dispuestos  a subir el Cerro Santa Ana

Al día siguiente se levantaron a las seis de la mañana, y salieron muy entusiasmados y dispuestos a subir el Cerro Santa Ana.

Al llegar al pie del cerro, María Gabriela preguntó a un guardaparque que rondaba por allí, Pedro Antonio, si era cierto que se podía ver toda la península desde la cima del cerro.

-No sólo se ve toda la Península. Se ven las playas, los médanos, la Sierra y… ¡hasta los chivos! El cerro Santa Ana es el mirador de la Península.

La abuela Mayta subió poco a poco, pero no hasta el final. Pidió a Pedro Antonio que estuviera pendiente de Gustavo y María Gabriela, y que les ayudara a seguir el camino correcto.

Pero el guardaparque no sólo los vigiló, los acompañó y les contó que hay muchos animales en el cerro. Claro, el venado batacán, la serpiente bejuca, el buho, la guacharaca, la guacha no se dejan ver así nomás. A veces, algunas personas les hacen daño; entonces han decidido protegerse de toda la gente.

Pedro antonio, un guía extraordinario

A medida que subían, Pedro Antonio les señalaba por cuál piso biótico estaban pasando.

-Éste es el Espinoso.

-Ahora estamos en Matorral Antillano.

-Ahora en el piso Pseudo Selva-Nublado

-Éste es el piso Hidrófilo

-Y éste es el Pseudo Palmera. ¿Ven? Ésta es la palmera Género Paraguanesa, la palma enana, la palmera más pequeña del mundo.

La abuela Isabel Teresa, disfruta del paisaje

Observar el paisaje fue el mayor disfrute de la abuela Isabel Teresa. Sentada se quedó en el refugio de los guarda parques. Sofía tomó muchas fotografías y Juan José no se cansó de jugar y corretear.

Pedro Antonio fue realmente muy amable y explicó cómo tienen que estar siempre pendientes de los y las visitantes, y enseñarles que no es conveniente talar los arbolitos ni arrancar y llevarse las plantas del Cerro.

María Gabriela escribe su diario

Queridísimo Diario

Te cuento que esto es mucho con demasiado. Nunca imaginé que este paseo para Adícora fuera tan interesante y tan bonito. Imagínate  nos bañamos en la playa, conocimos a un señor de lo más amable y educado que nos enseñó deportes del mar, que se llama José Aquilino y además es bello, tiene los ojos azules  como el mar.

Subimos al cero de Santa Ana, con Gustavo, la abuela Isabel Teresa y un guía también muy amble y experto, que se llama Pedro Antonio que nos orientó durante  todo el camino.

Estoy feliz, Diario querido. Me llevoa Adicora y sumanto dorado, siempre en mi corazón. Hasta mañana!

M. G.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

https://gustavomirabal.ae/
https://gustavomirabal.ch/
https://www.pinterest.es/pin/642114859350359734/
https://www.pinterest.com/gustavomirabalcastro/
https://www.facebook.com/492119137931001/posts/545764639233117/
https://www.wattpad.com/story/129398546-g-c-farm-gustavo-mirabal-castro-en-venezuela
https://gustavomirabalcastro.online/
https://gustavomirabalcastro2.wordpress.com/acerca-de/

 

 

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