CABALLO VIEJO – VENEZUELA

Quiero nuevas formas de comprender tu otoño.

Quiero a fin de cuentas,

el murmullo de tus hojas en melodías distintas.

Isabel Zerpa Albornoz,

(Tiempos de Búhos y Transeúntes, 1983)

 

Simón Díaz

   Artículo #6 de la serie:

GUSTAVO MIRABAL EN VENEZUELA

Un caballo viejo y una canción.

La canción de Caballo Viejo del cantautor venezolano Simón Díaz, ha recorrido el mundo y ha sido traducida  a múltiples idiomas e igualmente  ha sido versionada por muchísimos intérpretes en todo el globo terráqueo.

Esta canción, su letra y su música, han sido motivos de múltiples interpretaciones y de diferentes análisis, pasando por  reflexiones de carácter literario por los estudiosos de la cultura popular y de la literatura oral.

Caballo Viejo ha formado parte del interés de los investigadores de la música popular de Venezuela y de América Latina, sin descartar los aportes de los sociólogos, los psicólogos y de los estudiosos de otras disciplinas motivados por este tema.

También ha formado parte de la reflexión del común denominador de las personas que sencillamente viven. Viven para contar sus historias, para hablar de lo bueno y de lo malo, de lo profano y lo divino. Viven para compartir la vida a través  de sus palabras y de su arte.

 

Renaciendo al brillo de la vida

Consideramos que Simón Díaz formó parte de este grupo de privilegiados que compartió su vida para regalarnos su arte. Entre otras cosas, nos regaló esta gran metáfora que es Caballo Viejo para hablarnos de un amor otoñal, ya el título de la canción nos introduce directamente  en el tema y en la historia.

Simón nos presenta en esta canción a dos personajes que se circunscriben  a una relación amorosa, donde la diferencia  de edad marca una pauta  muy singular. Utiliza los símiles  comparativos del caballo y la yegua para representar tácitamente la relación entre un hombre mayor con una mujer mucho más joven.

Nos habla de las premuras  de un caballo enamorado y nos habla del reverdecer de la naturaleza, tal como ocurre con las personas que se asoman  a las delicias de una ilusión, cuando alguien les motiva.

Los rubores invaden  las mejillas. Los ojos brillan y el corazón palpita apuradito, al ritmo del entusiasmo y todo en la vida adquiere un color diferente. Así lo apreciamos en la primera estrofa de Caballo Viejo:

Cuando el amor llega así de esta manera

uno no se da ni cuenta.

El carutal reverdece,

el guamachito florece

y la soga se revienta

 

Caballo viejo y “cansao” ¿En el otoño de la vida?…

Cuántos caminos recorridos. Cuántas preguntas sin respuestas y verdades cruentas en esos caminos de la vida. Cuánta soledad puede desvanecerse a la llegada del amor que llama inesperadamente  a la puerta.

Cuando se está en el ocaso de la existencia, cuando se ha vivido tanto y se piensa que lo que queda es caminar apaciblemente sobre las hojas cecas y escuchar su amable y melódico crepitar… Ha ocurrido y seguirá ocurriendo que cuando estamos instalados en este sentir y en estos pensamientos, surge una nueva ilusión cuando menos  se le espera.

No es tiempo de detenerse a reflexionar, sino de vivir, de darse la oportunidad de saberse  vivo y con una nueva motivación al final del camino. Justamente  por ello, Simón Díaz describe magistralmente esta sensación:

 

Caballo le dan sabana

porque está viejo y cansao.

Pero no se dan de cuenta

que un corazón amarrao,

cuando le sueltan las riendas

es caballo desbocao

 

Las  falsas riendas de la sociedad

Tal como si no importara lo que pasa, como si no hubiera más nada que esperar, están los caminos abiertos, a la espera de lo que sea, de lo que venga. No es una banalidad, es la pura realidad.

Es entonces cuando la sociedad dice, cuando la sociedad quiere imponerse, cuando los estereotipos pretenden engalanarse en la sociedad y tratan de imponer sus mandatos. Pero la fuerza interior  de quien busca la felicidad, no tiene nada que ver  con estas “falsas riendas”. Por ello, a campo abierto y al galope, algunas personas enfrentan  al mundo.

Por esta razón se valora la expresión de “Caballo le dan sabana”. Se presume el cansancio y el desapego de una persona  mayor, cuando puede ser todo lo contrario.

Estas  riendas  se sueltan y entonces llega la vida. No importa qué edad se tiene o se aparenta. Son riendas falsas las que se imponen en una sociedad llena de prejuicios  y que la mayoría de las veces, nos llevan a actuar en contra de nosotros mismos y a vivir de una manera hipócrita y a sumergirnos en la infelicidad.

 

Cuando el amor  llega no hay prejuicio que valga

Simón Díaz no podía decirlo de mejor manera  ni de forma más contundente. El amor es la fuerza infinita que mueve el mundo, ha sido siempre así, lo es en la actualidad y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos. El amor  y la pasión rejuvenecen. Nos llenan de vitalidad:

 

Y si una potra alazana

caballo viejo se encuentra

el pecho se le desgrana

no le hace caso a falseta

Y no le obedece a freno

ni lo paran falsas riendas

 

Caballo viejo

 

¡Caballo viejo caracha! El que se merece la sabana, pues que se la den

¡Guá! y ¿por qué no?…

Simón Díaz, este excelso poeta de las letras y de la música venezolana, nos regaló un canto al amor, fusionando en un mismo sentir su pasión por el llano y por la naturaleza y su afición a sus propias añoranzas de la  experiencia de la vida campesina.

La presencia de la potra alazana y de caballo viejo, no son más que una manera de cantar a la libertad, a la independencia y por supuesto, al amor. La sabana es el espacio abierto, es la libertad. La potranca es el amor, la pasión y la entrega de quien valora este sentimiento; pero también es libertad y tenacidad, decisión y determinación:

Caballo le dan sabana

y tiene el tiempo contao

y se va por la sabana

con su pasito apurao

a verse con su potranca

que lo tiene embarbascao

A nuestra manera de ver, esta frase que dice Simón en medio de la canción: “El que se merece la sabana, pues que se la den” es una manera de hablar  sobre lo que representa asumir el riesgo de luchar por lo que se quiere y es válido para el tema  amoroso, como para otros temas y proyectos.

No hay culpas para un amor otoñal

El amor llega para jóvenes y adultos, para mujeres y hombres de diferentes edades y para contemporáneos. Pero no siempre es así.  Son tantas las historias  de amor donde la diferencia de edad es considerable. Algunas  prosperan y logran llegar a un final feliz. Otras, son truncadas  a la mitad  del camino. Otras historias de amor, sencillamente no llegan a consumarse.

Nos podemos preguntar mil veces el por qué. Podemos hacer todas las elucubraciones posibles; lo que no podemos es pensar en la culpa. Nada que llene colores la vida; nada que  nos permita transformarnos y nos permita transformar nuestro entorno de forma positiva, puede ser motivo de culpa ninguna.

El amor  a cualquier edad, sea en el tierno momento de un potro adolescente, o de un caballo viejo, o de una potra alazana, es una posibilidad de realización en la vida. El amor  no se puede dejar pasar en ningún momento, “porque después de esta vida no hay otra oportunidad” y la vida es muy corta.

 

Cuando el amor llega así de esta manera,

uno no tiene la culpa

(…)

El potro da tiempo al tiempo

porque le sobra la edad.

Caballo viejo no puede

perder la flor que le dan,

porque después de esta vida

no hay otra oportunidad.

 

 Simón Díaz

CABALLO VIEEEJO ¡CARAACHA!

 

Referencias bibliográficas

https://www.gustavomirabal.es/gustavo-mirabal/el-verdadero-gustavo-mirabal-castro/

https://www.gustavomirabal.es/uncategorized/gustavo-mirabal-en-el-mundo-ecuestre/

https://www.gustavomirabal.es/equitacion/el-hipismo-en-venezuela-tiene-nombres/ 

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https://www.google.com/search?q=Cómo+es+una+yegua+alazana&ei=vu6fXK7UJeee_QaMnYPYBA&start=10&sa=N&ved=

https://www.youtube.com/watch?v=as2igdfoi8a

https://www.eltubazodigital.com/opinion/columnistas/analisis-literario-de-la-cancion-caballo-viejo/2018/05/18/

https://www.analitica.com/tendencia/simon-diaz-la-anoranza-de-un-caballo-viejo/

Zerpa Albornoz, Isabel (1983) Tiempos de búhos y transeúntes. Revista La Palabra. Sociedad de Escritores del Estado Bolívar. Ciudad Bolívar. Venezuela