Fernando Botero un gran artista que ha trascendido

Fernando Botero, un escultor de caballos

Pensar en la obra de Fernando Botero, es tener presente un gran legado que ha cultivado a lo largo de los años, gracias a su ingenio y creatividad.

Este hacedor de arte colombiano ha dejado plasmado sus colores, formas, líneas y la riqueza de sus creaciones en las mejores plazas, avenidas y museos del mundo, que hoy lloran su partida.

Estudiar este artista entender su perspectiva, la personalidad y originalidad en cada obra.

Iniciemos con entender quién es Fernando Botero, un escultor y pintor de caballos.

Fernando Botero Angulo es nacido el día 19 de abril de 1932 en la hermosa ciudad de Medellín en Colombia.

Lastimosamente, hoy 15 de septiembre se despide de este mundo a los noventa y uno (91) años, la causa de su deceso se debe a una neumonía, en la ciudad de Mónaco.

Su familia era humilde, su padre se llamaba David Botero y su madre Flora Angulo.

Estudio la primaria en el Ateneo Antioqueño y el bachillerato en el Colegio San José de Marinilla.

A muy temprana edad fue llevado a una escuela de tauromaquia en la conocida Plaza La Macarena en Medellín por solicitud de un tío, pero definitivamente esa no era su pasión.

Aunque de estas primeras experiencias surgiría un primer producto artístico en acuarela, un torero.

Dentro de los trabajos de este gran hombre de las artes figura su labor haciendo ilustraciones para un periódico en su país.

Lastimosamente, el arte de este colombiano fue un poco comprendido en sus comienzos y eso acareó como consecuencia la expulsión, terminando sus estudios en el Liceo de la Universidad de Antioquia.

FERNANDO BOTERO: MUERE el ARTISTA colombiano de las formas VOLUMINOSAS I RTVE Noticias

Una visión sobre el arte que inicia

En el año 1951 viajó a Bogotá, allí se relacionó con los eruditos del momento.

Así mismo, empieza a mostrar su obra en exposiciones individuales, poco a poco su obra se consolidaba cada vez más.

Gracias a su obra hecha en óleo ganó el segundo lugar en el IX Salón Nacional de Artistas.

Este primer éxito le permitió viajar a Europa, estuvo en España, visitó Barcelona y posteriormente Madrid.

Se matriculó en la Real Academia de Arte de San Fernando, pero para lograr autogestionar sus estudios ofrecía sus dibujos y pinturas en el Museo del Prado.

En el año 1953 compartió con Ricardo Iragarri y se trasladó hasta Florencia.

Allí también se inscribió en la Academia de San Marcos y aprendió mucho sobre el renacimiento italiano.

De manera particular, Fernando Botero apreció y estudió la obra de Piero della Francesca, Paolo Uccello y Tiziano.

Conforme a ello, el arte de Paolo Uccello fueron gran aporte para el proceso creativo y el manejo del volumen en la pintura.

Así mismo, en Berenson Bernard en su libro “Los Pintores Italianos del Renacimiento” de quien toma el manejo de la tridimensionalidad.

Es de hacer notar, que Botero trató de hacer una exposición en Colombia mostrando todo lo aprendido en Europa. Sin embargo, no fue muy bien recibido.

De esta experiencia, decide y se casa con Gloria Zea, y se va a la Ciudad de México, tratando de buscar mejores oportunidades.

Sin embargo, permanecieron influencias en cuanto a discurso artístico de Alejandro Obregón y Rufino Tamayo.

Poco a poco, el reconocimiento de Fernando Botero llegaría progresivamente, tras su exposición en Nueva York.

Posteriormente, vuelve a su país y trabaja como docente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

Caballo de Botero
Caballo de Botero

Una vida, mil lugares y más arte

Sus viajes por el mundo y estadía por varias ciudades le permitieron ampliar su visión como artista.

Nueva York, Monterrey, París, Bogotá, Pietrasanta, Dubái, Londres, Roma, Chicago, Buenos Aires, Milán, Napoles, Montecarlo, Caracas, Moscú, Barcelona, Lisboa, y más tienen algo de Botero.

Bien sea una obra de arte, las huellas de un hombre que deja un legado lleno de arte, color, formas, volumen, experiencias y su propio estilo al crear.

Lo figurativo tiene prioridad, quizás el boterismo es todo un lenguaje expresado en cada pintura, escultura y otras expresiones en el arte contemporáneo.

No cabe duda de que lo tridimensional tiene protagonismo en las obras de Botero, así como el dominio amplio por varios temas que van:

Costumbres, el amor, naturaleza, paisajes, violencia, la mujer, sexo, religión, reinterpretaciones de obras como La Mona Lisa, retratos, bodegones, animales, etc.

Igualmente, el color suma desde la delicadeza de cada detalle que compone la obra.

Aunque ha tenido grandes referentes y encuentros cercanos con las artes, es un autodidacta que crea, experimenta y elabora su propia visión.

Este hombre hizo de los óleos, los colores pasteles, acuarelas, carboncillos, lápices, materiales como el bronce, papel, mármol, entre otros toda una pieza emblemática.

Fernando Botero, el artista de caballos

Fernando Botero le agradó mostrar a través de su obra el amor por los animales.

Este gran artista a lo largo de su carrera trabajó en varias temáticas como bodegones, naturalezas muertas, personas, entre otras.

En Medellín (su ciudad natal) goza de tener “El Hombre a caballo”, cuya creación es del año 1996.

Hay otra obra de Botero alusiva a caballos, pero se trata de una gran escultura hecha a base de bronce.

“Caballo” está en la entrada del edificio American Internacional Plaza, en el área financiera de la Milla de Oro de la isla caribeña de Puerto Rico.

A diferencia de otras, esta mide tres metros y evoca al Caballo de Troya, es verdadera armónica en cuanto a la obesidad.

El arte de Fernando Botero llega hasta Jerusalén en el Israel donde hay una escultura de Botero, llamada “Jinete”.

Un caballo para una pena

No todos los momentos son de felicidad para este hombre, puesto que “Pedrito a caballo” es una obra que le recuerda su dolor como padre que pierde un hijo.

Por hoy esta obra reposa en el Museo de Antioquía en la ciudad de Medellín.

Lastimosamente, Botero perdió en un accidente automovilístico a su hijo Pedro en el año 1974, para el momento el niño tenía cuatro años y esto ocurrió entre Sevilla y Córdoba en España.

También el artista tras el accidente casi pierde su mano derecha. Sin embargo el arte y esta obra fueron bálsamo para el artista, el recuerdo, el dolor y la esperanza de continuar viviendo.

En la pintura Pedrito está sobre un caballo de juguete, se presume que es un recuerdo de la habitación del niño cuyos colores varían entre azules y violetas.

Gustavo Mirabal admira el gran legado de este artista versátil

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *