EL CABALLO ÁRABE: ENTRE LA POESÍA Y LA RAZÓN

El caballo en el antiguo Oriente

 

Hombre a caballo lucha mesopotamia

 

El caballo era conocido desde antiguo en Oriente próximo. Se dice que fue en Asiria donde nació la caballería como elemento de guerra, sustituyendo al carro de batalla como arma decisiva en el siglo IX a. E. Asiria había aprendido a valorar al caballo en su alianza con los extraordinarios jinetes escitas procedentes de Asia central.

Tan importante era esta alianza para el Imperio asirio que, cuando los medos lograron cambiarla de signo y volverla en su favor, finalizando el siglo VII antes de Cristo; obtuvieron una completa victoria sobre Asiria y sustituyeron su hegemonía en el Cercano Oriente. El caballo fue, pues, pieza fundamental en la expansión de los grandes imperios asiáticos. El arte de la Antigüedad supo recoger el extraordinario valor dado al caballo. Se dice que los asirios vieron en el caballo en general un laborioso animal de tiro; los egipcios una noble criatura, encabritándose, curvo el cuello y metidos los riñones; los micénicos, un milagro de rapidez que apenas roza el suelo.

Los asirios comprendieron bien el valor del caballo. Los preciosos relieves palaciegos de Nínive así nos lo demuestran. En uno de ellos podemos apreciar a un grupo de árabes montados sobre camellos siendo derrotado por la poderosa caballería de Asurbanipal. Pero los árabes pronto sabrán, también, apreciar las virtudes del noble animal y de ellos, en su relación con el caballo, podemos decir lo que se ha dicho de los primeros jinetes de fama, los escitas: “este animal no sólo les dio su insólita movilidad, sino también su impetuosa concepción del mundo; en cuanto perfeccionaron la técnica de montar, dejaron de ser los lentos pastores nómadas que habían sido para convertirse en una hueste notable y audaz”

Hombre a caballo Mesopotamia

 

La simbología del caballo en el Islam

Con el Islam, la simbología inherente al caballo de la época preislámica permaneció intacta, definiéndose en tres aspectos principales muy bien establecidos y matizados: aportar bienestar para la familia en todos los sentidos posibles, ser elemento indispensable para la defensa de la Ley de Dios e incrementar los favores divinos mediante su cuidado. Esta triple importancia responde, en primer lugar, al relevante papel que el caballo jugó en la vida beduina, y el amplio e importante uso, siempre noble, que de él se hizo.

Entre todos los bienes con los que los árabes pre islámicos contaban, se prefería a los caballos, muy por encima de todo lo demás. La gloria, la fuerza, el poderío sólo con el caballo se relacionaban, pues gracias a ellos podían defender todas sus demás posesiones y guardar a sus mujeres, proteger sus territorios y sus cotos, atacar a sus enemigos, perseguir sus venganzas y lograr botín.

Estos valores continuaron vigentes en el Islam, e incluso se llegó al extremo de considerar al caballo como el bien más apreciado, por encima incluso de la propia familia, tal y como refieren los siguientes versos del poeta Ismá’ Tl b. CayIan:

Ningún otro bien como a los caballos estimo, por muchos dorados dinares que pudiera tener. Les doy mi fortuna, mi familia come lo que queda, y espero luego que ellos me ayuden y den. Si yo no poseyera caballo ninguno de raza, me vería pobre, aunque todo el oro de Qárün tuviera

 

Valores y poesía contenidos en la figura del caballo

El Profeta, buen conocedor de los valores que para la sociedad tribal tenía el caballo, los retomó y reforzó en los planos bélico y religioso. Las revelaciones realzan la figura del caballo como un bien inapreciable, no solamente porque aquéllos que son de raza producen el deleite de las cosas bellas y sus cualidades provocan estimación y deseo por su tenencia, sino también como elemento indispensable para conseguir la victoria en la guerra: “Preparad contra ellos la fuerza y los caballos enjaezados que podáis, para aterrorizar al enemigo y a otros, distintos de ellos, que no conocéis, pero que Dios conoce”.

Esta misma idea se reforzará continuamente en el hadiz, de entre los cuales hay numerosos ejemplos, como aquél que dice que “el mejor ser humano es un hombre empuñando la brida de su caballo por la Fe de Dios, y que, al oír un grito de guerra, allí acude”.

Se afirma que desde el punto de vista religioso, el caballo es un medio de alcanzar la virtud, ejerciendo la modestia y la moderación: “Se transmitió de Muáwiya que el mensajero de Allah dijo: ‘No empleéis para montar sillas de seda ni de piel de tigre’ (lo relató Abu Daud)”.

VIDEO: https://www.youtube.com/watch?v=Q4rRGAqpzcg

 

La revelación sagrada en el mito del caballo

Las circunstancias que acompañaron a la Revelación Sagrada, facilitaron enormemente que surgiera el mito del caballo, de donde se desarrolló su imagen, pues el Profeta “le confirió la suerte de vínculo con la divinidad”, lo que viene a extender la simbología y la estética del caballo hasta los ámbitos culturales más insospechados del Imperio Islámico.

En el Islam, las clases más altas de la sociedad confirieron al ideal del caballo valores de grandeza y generosidad, pues regalar un corcel de raza distinguía y honraba a quien lo regalara, y a su vez enorgullecía a quien lo recibía: “¡Cuántas veces miden las crónicas la grandeza de los reyes por los espléndidos regalos que hacían o que recibían de soberbios caballos”. Los elogios, entonces, son la mayor exaltación de generosidad, como sucede en estos versos que el rey poeta Al-Mu’tamid b. Abbád, dedicó a su padre:

Oh rey, cuyas manos convierten en avara la generosa nube, al regalarme doncellas de ebúrneos senos, y corceles árabes.

La otra vertiente que simboliza la grandeza de un monarca es la posesión de excelentes corceles de raza, tópico de exaltación muy repetido en la poética panegírica:

Los corceles corren rápidos, a rienda suelta, en tu honor; aparecen tan rápidos y mudos como la mirada de los ojos: uno, alazán, en cuya frente brilla un lucero que es como la punta coloreada de una flecha; otro es rojo y corre hacia tu Alhambra, roja y alta; otro es negro, de poderosas crines que parecen los ropajes de las alas de la noche; es como una estrella fugaz en su caída o un halcón que vuela con las pluma s de una flecha; y otro, amarillo, que parece que se ha sumergido en un mar de oro fundido; cuantos luceros de sus frentes corren hacia ti con ligereza esperando una recompensa.

 

La constitución del corcel

La condición física del caballo servía, en ocasiones, como metáfora ante elementos de la naturaleza. Una de las más usuales era la de la velocidad del animal, tropo por excelencia, que competía con los relámpagos, las estrellas fugaces o el viento. Una imagen de la rapidez del paso del tiempo aparece en los siguientes versos de Ibn al-Zaqqáq, pertenecientes a un poema amoroso:

En las sombras nocturnas vino a verme, púdica y fiel, la deliciosa virgen. Las copas que me dio fueron luceros que el poniente encontraron de mis labios. Más la noche corrió vertiginosa, como un negro caballo gigantesco, y me dijo, al partir, cuando en lo oscuro ya reían los dientes de la aurora: «Pues veo que te bebes las estrellas, con miedo escapo, para salvar las mías

Referencias Bibliográficas:

Delgado, María Mercedes. (2007). Poética en el caballo árabe: de la tradición mítica a la razón estética. En:https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/75482/poetica_delgado_RPM_2007.pdf?sequence=1 Consulta, 13 de marzo de 2019

 

Cuáles son las características del Caballo Árabe – TvAgro por Juan Gonzalo Angel. En: https://www.youtube.com/watch?v=Q4rRGAqpzcg. Consulta 22 de marzo de 2019

 

Frankfort Henri (1987) Arte y arquitectura del Oriente Antiguo, Madrid, Cátedra

 

https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/75482/poetica_delgado_RPM_2007.pdf?sequence=1  Consulta, 15 de febrero de 2018

 

Hudayl, Ibn (1977) Gala de caballeros, blasón de paladines E d. preparada por María  Jesús Viguera, Madrid, Editora Nacional.